Como socialista, agradezco infinitamente el voto de esos 6 millones de españoles que han respaldado la candidatura del PSOE. Estoy seguro de que muchos de ellos son personas que lo están pasando mal, autónomos que se mantienen a flote luchando contra el reloj, pequeños empresarios comprometidos con sus trabajadores a costa de rebajar sus beneficios, trabajadores preocupados por la continuidad de su empleo, y parados, angustiados comprensiblemente por la situación. En definitiva, personas que han votado PSOE apretando los dientes, no dejándose llevar por el instinto básico que nos anima a castigar con el voto a quien es responsable de mejorar una situación en muchos casos desesperada. Lo han hecho con la cabeza alta sabiendo que hacerlo, precisamente ahora, es dar un voto a la confianza en el país, a las políticas sociales, al freno a cualquier recorte de derechos laborales y a la apuesta por una nueva economía más sostenible, más productiva y que cree empleo de una mejor calidad. A todos ellos, doble agradecimiento.
La participación se ha mantenido con respecto a los últimos comicios europeos. Esto significa un porcentaje de, aproximadamente, el 46% del censo electoral. No puede darse por bueno este dato, pero queda lejos de las catastróficas previsiones de participación que se habían manejado días atrás.
Me apetece, además, hacer una valoración personal de este día. He pasado el día como apoderado del PSOE en una mesa electoral. Para un socialista, el día de las elecciones siempre es un día de fiesta, independientemente del resultado. Así lo he vivido yo, y así me siento ahora, aun sabiendo que los resultados no nos han acompañado como en otras ocasiones.
Una jornada electoral a pie de urna es de las cosas más bonitas que se pueden vivir. Las caras de ilusión de los votantes que se acercan a apoyar a quien representa sus ideales, la convivencia con los compañeros de mesa y, sobre todo, el increible esfuerzo que hacen nuestros mayores por cumplir con lo que, ellos sí, consideran una obligación ciudadana, hacen que sea un día lleno de alegría y tolerancia. Hoy quiero dejar constancia de que la jornada ha sido especialmente gratificante. He tenido la satisfacción de compartir mesa con personas que han hecho muy agradable el desarrollo de la jornada. Me refiero a mis compañeros de partido, a los interventores del Partido Popular -viejos conocidos y de trato muy cordial- y a los miembros de la mesa -presidente y vocales-. En especial valoro la labor del presidente, un hombre aquejado de múltiples secuelas de un accidente de tráfico que ha cumplido con su obligación de manera ejemplar mientras su cuerpo se lo ha permitido. Ni siquiera sé su nombre, pero merece sin duda el reconocimiento de todos los electores de la mesa.
Felicito también a la primera vocal de la mesa, que ha hecho gala de una gran simpatía y que, siendo su primera experiencia de este tipo, se lo ha pasado bien, como debe ser.
Por último, mi felicitación y afecto al segundo vocal, viejo conocido mío y compañero socialista, Andrés Sánchez Ortigoso. He sabido hoy, de sus labios, de su reciente enfermedad y he sido testigo de su recuperación. Me impresiona la valentía de una persona que me cuenta su enfermedad llamando al cáncer por su nombre. Demuestra más ganas de vivir que nunca y mantiene, por supuesto, sus compromisos más sagrados con la misma energía de siempre: su familia, el partido, Andalucía y la memoria de su madre, la persona que le hizo como es. Que sean muchos años, Andrés, de compromiso y fuerza para defender tus claras ideas de siempre. Con esa pasión tuya, a veces rayando en la ira, pero inevitable cuando se han tenido las vivencias que tú has tenido y te han hecho ser férreo creyente en la radical igualdad de los seres humanos. Te manifiesto mi reconocimiento como socialista, mi afecto y la alegría que tengo por haber compartido contigo este día que los dos consideramos una fiesta.