lunes, 30 de abril de 2012

100 DÍAS PARA LA VERGÜENZA

El Gobierno ha sobrepasado a este humilde bloguero: no es posible seguir el ritmo de despropósitos al que nos somete nuestro Presidente Rajoy. A cada medida que me parece digna de ser tratada en esta página le sucede otra igual o peor antes de que tenga tiempo de elaborar un comentario. Por eso esta entrada se hace hoy, cuando realmente han pasado ya unos 120 días desde la toma de posesión del nuevo Gobierno, y no a los 100 como era mi intención.

Rajoy se presentó a sí mismo en el debate de investidura como el Presidente de un Gobierno que diría siempre la verdad, que llamaría "al pan, pan, y al vino, vino". También se ha presentado siempre como una persona fiable y "previsible". Recientemente ha negado que la sucesión de medidas que anuncia el Gobierno esté siendo improvisada. Afirma, por el contrario, que obedece a un plan trazado de antemano y que él tiene en la cabeza.

La catarata de anuncios de "reformas" -que no son más que puros recortes del estado de bienerstar- no cesa desde el comienzo de la legislatura: derogación de Educación para la Ciudadanía, anuncio de marcha atrás en la Ley del Aborto, subida del IRPF, reforma laboral -"extremadamante agresiva", en palabras del Ministro Guindos-, presupuestos salvajemente restrictivos, recortes en educación, copago farmacéutico para pensionistas, subida del IVA, ... Todas ellas auguran, o suponen ya -si están en vigor- una merma de derechos civiles y sociales de la gente. Todas ellas se hacen en nombre de la austeridad, centrándose en las políticas de restricción del gasto que están hundiéndonos en una nueva recesión. 

Pero, si las medidas en sí causan desesperanza e inquietud, lo que causa verdadera indignación es la forma en que se niegan durante días con toda solemnidad y se anuncian -a veces con la misma solemnidad, como si nunca se hubiese dicho lo contrario- al poco tiempo. Se negó que se fuesen a subir los impuestos, se negó que se fuese a abaratar el despido,  se negó que se fuese a recortar en políticas sociales, se negó que se fuese a implantar el copago sanitario y hasta hace unos días se negaba que se fuese a subir el IVA, si bien todavía no se ha reconocido abiertamente que se va a hacer, sino que se dice que se subirán los "impuestos al consumo".

A todo esto, el Presidente del Gobierno sigue sin dar explicaciones públicas. Rajoy sólo se somete al escrutinio de los medios de comunicación cuando sale de España y no le queda más remedio. Por supuesto, no ha tenido todavía el valor de comparecer en el Congreso de los Diputados para explicar, en la sede de la soberanía popular, las numerosas contradicciones en que ha incurrido no solo con su programa electoral -del que poco se supo en su día- sino con su propio discurso de investidura. Es asombroso que a Rajoy no le pida el cuerpo, en esta situación, dar la cara a los ciudadanos. Tiene todos los medios a su alcance para hacerlo, solo faltan las ganas y un poco de valentía de la que se les supone a los gobernantes. Mientras no lo haga, de sus primeros 100 días de gobierno a los ciudadanos nos queda un rosario de amargas noticias inexplicadas y la vergüenza de tener un presidente cobarde. Pura vergüenza.