lunes, 29 de octubre de 2012

¿ES RUBALCABA EL PROBLEMA?

El fracaso del PSOE en las recientes elecciones autonómicas en Galicia y Euskadi ha reabierto el debate sobre el liderazgo del partido. Ya tenemos otra vez la catarata de declaraciones y contradeclaraciones de las figuras más reconocidas del partido sobre qué falla y qué hay que hacer. También la sucesión interminable de artículos de prensa pidiendo -tanto en tono constructivo como destructivo- el cambio de las personas que encarnan la dirección actual del Partido Socialista. Vamos, lo habitual en estos casos y en este partido.

Sin embargo, hay algo distinto esta vez. Todavía no he leído/escuchado a nadie, públicamente, que defienda la gestión de Rubalcaba y su equipo en estos, apenas, ocho meses en la dirección del PSOE. Ya se sabe que las victorias tienen múltiples hacedores pero las derrotas son siempre huérfanas.

Las opiniones manifestadas estos días por distintos militantes señalados del PSOE van en la línea habitual desde la derrota electoral de noviembre de 2011. Forman un compendio, más o menos elaborado, de titulares de prensa donde se vuelven a acumular esas buenas intenciones de siempre que se pueden resumir, más o menos, en: hay que abrir el partido a la sociedad, hay que recuperar la calle, el partido tiene que recuperar sus señas de identidad, hay que pensar en remontar y no en amortiguar la caída, hay que buscar nuevos cauces de participación de los militantes ... Como casi siempre, muchas buenas ideas y pocas propuestas concretas.

En esta ocasión, las peticiones expresas de cambios de personas en la dirección del PSOE provienen casi exclusivamente de la prensa. Se habla de la incapacidad de Rubalcaba para ilusionar a la militancia y a los votantes socialistas, por tratarse de una persona con una hipoteca política demasiado pesada para moverse con agilidad en el panorama político actual. No les falta razón. Ése, como era previsible, está siendo el principal handicap de Rubalcaba desde su elección como secretario general. 

Ojalá estas opiniones de algunos compañeros y de algunos medios fuesen acertadas. Ojalá los socialistas pudiésemos salir del pozo solo cambiando a las personas que dirigen el partido. Eso sería fácil, pero, lamentablemente, no sería suficiente. El problema del PSOE es que ha perdido casi por completo su credibilidad ante la ciudadanía. Llevamos demasiado tiempo contemporizando con los grandes grupos de poder y eso nos está pasando una factura enorme. La gente progresista no entiende que no hayamos sido más beligerantes con los grandes capitales, con la economía sumergida, con los privilegios de la Iglesia Católica, en la defensa de las políticas sociales, en contra de los desmanes de las grandes empresas y la banca. Y lo cierto es que la gente tiene razón, debimos hacerlo y no lo hicimos. Durante los tiempos de bonanza económica todos estos errores -en los mejores casos por omisión- quedaron ocultos al gran público bajo el manto de la prosperidad general. Ahora, cuando la crisis pone al país al borde del estallido social, nos hacen sentir vergüenza por no haber estado inequívocamente del lado de los débiles. 

Esta es la losa que nos empuja al abismo. Rubalcaba forma parte de la cara de un partido que no ha estado a la altura de las circunstancias históricas, de la confianza de la ciudadanía progresista, que esperaba del PSOE que fuese su aliado ante la crisis y que se siente abandonada a su suerte. Éste es el verdadero problema, la marca socialista ya no ofrece garantías ante la agresión del capitalismo salvaje.

Cambiar de cartel ya no es suficiente. Nuestro electorado potencial ya no cree en mesianismos ni en carismas, necesita algo más. Necesita un proyecto nuevo que, de verdad, sea radical en la defensa de los trabajadores y la clase media. La construcción de esta alternativa puede ser cosa de poco tiempo, pero ganar la credibilidad de la gente llevará mucho más. El problema ahora no es que no tengamos ideas, sino que nadie, visto lo visto, se las cree. 

Los socialistas tenemos la obligación de construir la alternativa que el país necesita, defendiendo con firmeza ante todo y ante todos la igualdad de oportunidades, que es la razón de ser de nuestra existencia. Pero debemos ser conscientes de que no será fácil volver a conseguir la confianza de la gente. Solo lo conseguiremos si hacemos una apuesta seria y firme por las personas y esa apuesta se demuestra, sin dilación, con hechos. Y aun así, la cosa puede ir para largo, la recuperación electoral del PSOE llevará bastante tiempo. No es buen momento para la ansiedad de poder, que nunca es buena consejera. Quienes la padezcan, tienen dos opciones: hacérselo mirar o buscarse otras opciones donde buscar cobijo político.