sábado, 11 de mayo de 2013

PAPEL, CARTÓN, ... Y MENTIRAS

Si uno es persona con un mínimo de respeto por el medio ambiente y ha venido a vivir a Berja, le llama la atención un hecho poco frecuente en otros sitios: aquí no hay contenedores para papel. Ese fue mi caso en su día, hace ya casi seis años, hasta que descubrí que el sistema de recogida de papel y cartón usado era aquí, ciertamente, peculiar. A última hora de la tarde se veía circular por el pueblo una furgoneta en la que viajaban dos personas que, minuciosamente, recogían el cartón acumulado -fundamentalmente- en las puertas de los comercios, lo plegaban hasta dejar los envases planos y lo cargaban en el vehículo. Los que vinimos, como yo, a vivir aquí, tomamos nota del fenómeno, y depositábamos nuestro papel y cartón junto con el desechado por el comercio más cercano. Más adelante, cuando uno descubría el almacén donde se procesaba este material, existía la opción de llevarlo allí directamente. Solo había que dejarlo en la puerta y tenías la seguridad de que las personas que trabajaban allí lo recogían para su reciclado.

Todo este proceso era llevado a cabo por una entidad sin ánimo de lucro, la Asociación "Alpujarra Viva", fundada a finales de los años 80 a partir de la iniciativa del ya fallecido Aroldo Gamper. El material recogido se clasificaba cuidadosamente, separando los distintos tipos de papel y cartón, vendiéndose posteriormente a empresas de reciclaje. A pesar de una cierta apariencia de poca profesionalidad, con el tiempo he llegado a la conclusión de que al servicio prestado por Alpujarra Viva le adornaban virtudes de las que carecen los servicios de recogida habituales. Para empezar, el hecho de ser prestado por una entidad sin ánimo de lucro de ámbito local, que generaba hasta ahora tres puestos de trabajo estables. A esto se añade la certeza del reciclaje efectivo del material recogido, que resultaba fundamental como fuente de ingresos complementarios a la asignación económica que cobraba del Ayuntamiento por la prestación del servicio. Durante todos estos años, Alpujarra Viva ha sido un ejemplo de entidad de economía social, que ha generado empleo estable y ha contribuido a la mejora del medio ambiente. Para mí, constituye un ejemplo, difícilmente mejorable, del lema por excelencia de los movimientos ecologistas: "piensa globalmente, actúa localmente".

Recientemente, el gobierno del Partido Popular del Ayuntamiento de Berja ha puesto fin al convenio por el que se regía el servicio, con la excusa de su elevado coste. Sin embargo, conviene deternerse en las circunstancias que han rodeado este hecho y las explicaciones que se han dado a la opinión pública por parte del Equipo de Gobierno.

El servicio que prestaba Alpujarra Viva se ha regido, en su última etapa, por un convenio suscrito en 2010 entre ésta y el Ayuntamiento de Berja, por valor de 27.235,51 euros anuales (2.269,62 € mensuales). De este dinero, y del procedente de la venta de papel y cartón una vez clasificado, se pagaba al personal y se hacía frente a los gastos de funcionamiento de la entidad. En mi opinión, la rentabilidad social obtenida de estos fondos justifica más que de sobra el mantenimiento del servicio en las condiciones descritas.

A día de hoy, el Ayuntamiento de Berja no ha contratado a ninguna otra empresa o entidad que preste el servicio. Todos los días se pueden ver montañas de cartón junto a los contenedores de basura ordinaria, esperando en vano que alguien le dé un tratamiento diferenciado a este residuo. Numerosos vecinos preguntan qué hacer con su cartón y me consta que los centros educativos echan de menos que alguien se haga cargo de su papel usado.

La respuesta del Equipo de Gobierno a las protestas del Grupo Municipal Socialista por estos hechos se han canalizado a través de distintos medios de prensa escrita. Lo relevante no es esto, sino el hecho de que se hayan difundido informaciones falsas para confundir a la ciudadanía y tratar de desacreditar la labor de Alpujarra Viva.

En Diario de Almería, el alcalde ofrece un titular, como mínimo, de mal gusto. Y en la información vierte, al menos, dos falsedades: la primera, que el Ayuntamiento pagaba a Alpujarra Viva 33.000 euros anuales -la cifra real es la que se cita más arriba-; la segunda, que una vez fallecido Aroldo Gamper había que firmar un nuevo convenio. Aroldo Gamper firmó el convenio de 2010 en representación de Alpujarra Viva, no en nombre propio. Por tanto, es la entidad la que queda obligada por el texto del convenio, no su representante, de lo que se deduce que el convenio no está supeditado a la presencia física de Aroldo.

En Ideal es el portavoz del Equipo de Gobierno, Sr. Lupión, quien hace afirmaciones falsas y, como mínimo, tendenciosas. Afirma que se pagaba a Alpujarra Viva 33.750 euros anuales, cosa que, como ya se ha dicho, no es cierto. Y en su intento por desacreditar el servicio prestado, cuestiona su sostenibilidad por el hecho de que el cartón se recoja en una furgoneta diesel con un coste de combustible de 1.190 euros anuales. De lo que cabría deducir que es intención del Equipo de Gobierno contratar un nuevo servicio dotado de vehículos eléctricos o de tracción animal.

Por todos los motivos expuestos, el cese de actividad de Alpujarra Viva es una triste noticia para Berja. Al contrario que el Sr. Lupión, yo opino que no habrá un servicio más eficiente por menos precio, sobre todo si valoramos la rentabilidad social y el procesamiento de los residuos que se ha llevado a cabo hasta ahora. Además, la negativa a prorrogar el convenio ha tenido un plus de ruindad añadido que resulta difícil pasar por alto. El convenio, firmado en 2.010, establecía que se renovaría tácitamente cada año si ninguna de las partes lo denunciaba. En vida de Aroldo Gamper, estoy seguro de que nuestros gobernantes municipales nunca habrían dado este paso. A la falta de respeto por la verdad que guía sus actuaciones políticas, hay que añadir la cobardía y la falta de escrúpulos.