miércoles, 3 de julio de 2013

PRIMARIAS SÍ PEPE, PERO ASÍ NO

Pepe Griñán siempre me ha parecido un tipo honesto. Se trata de una de esas personas que ha tenido la suerte de experimentar una segunda juventud: ha llegado a su techo político coincidiendo con su edad de jubilación. Contando con más de 65 años, Pepe Griñán fue protagonista de la mayor gesta épica del PSOE desde 1982, la de conseguir resistir el avance de la derecha y alcanzar unos resultados electorales en 2012 que permiten que el PSOE siga gobernando Andalucía, gracias al pacto de gobierno alcanzado con IU. A Pepe Griñán, una persona que ha pasado por tecnócrata durante la práctica totalidad de su vida política, le ha tocado, "a la vejez" -dicho sea con cariño-, liderar las políticas de vanguardia que han puesto a Andalucía en el foco de atención de toda España. Le ha tocado hacer de tripas rebeldía para marcar ese otro camino que los socialistas queríamos pensar que existía, y que se ha empezado a demostrar con medidas como el decreto sobre la función social de la vivienda.

Pero esa segunda juventud política de nuestro presidente no supone merma de su edad cronológica. Pepe Griñán tiene 67 años y en la próxima convocatoria electoral -suponiendo el agotamiento de la legislatura- tendría 70. Lo que parece razonable en una persona de esta edad es que se jubile y se dedique a disfrutar al máximo de su familia, amigos y tiempo libre. Es verdad que en la política hay ejemplos de personas que han prolongado su actividad hasta, prácticamente, el umbral de su muerte. Pero eso es, también, lo que ha hecho diferente la renuncia a seguir de Griñán: quiere jubilarse y descansar, como la gente "normal". Si los políticos aspiramos a ser, de verdad, gente normal como cualquiera que anda por la calle, no es mala cosa que lo demostremos con este tipo de actuaciones. Lo que ponemos de manifiesto con esto es que el ejercicio de la política no lo es todo, que no nos consideramos imprescindibles y que queremos, de verdad, que se renueven las personas y las ideas.

Por todo lo expuesto, la decisión de Griñán me parece saludable para la vida política del PSOE-A, para la oxigenación de las instituciones, y para el propio Griñán. Otra cosa son las formas.

Sabemos que Pepe Griñán no es el único dueño del calendario electoral en Andalucía. La coalición con IU supone un riesgo de adelanto electoral no desdeñable, puesto que en el momento en que las dos fuerzas no consigan ponerse de acuerdo para aprobar un presupuesto, se podrá dar por terminada la legislatura. Yo espero que esto no ocurra y que la legislatura se consuma totalmente haciendo realidad el pacto de gobierno alcanzado, pero es cierto que es imposible garantizarlo.

Se entiende, por tanto, que el partido debe estar preparado para cualquier eventualidad. Pero creo que nadie entiende que tengamos que ir a primarias en pleno verano y la elección no se pueda hacer, por ejemplo, en septiembre. La urgencia de las primarias destila un olor a mangoneo que resulta difícil de ocultar. Queremos primarias para que sean una verdadera expresión de participación de la militancia, tanto para electores como para elegibles. La convocatoria por sorpresa y en verano, dígase lo que se quiera -se ha puesto la excusa de que cumple los plazos estatutarios-, no va a permitir que todos los posibles aspirantes a la candidatura cuenten con las mismas posibilidades. Es algo tan obvio que negarlo no es más que insultar la inteligencia de los militantes. Por tanto corremos el riesgo de vestir de democracia interna algo que, de primeras, tiene más bien aspecto de dedazo precocinado. Así, una vez más, nuestras primarias, el orgullo de nuestra organización como mecanismo de democracia interna, quedarán deslegitimadas de cara a la militancia de base y a la sociedad en general. Se convertirán en otra oportunidad perdida de demostrar que queremos cambiar de modos de funcionar, pero de verdad.