lunes, 15 de septiembre de 2025

LA GUERRA DE FEIJÓO

Quienes tenemos cierta edad recordamos el clima que se vivió en España en los primeros 2000, cuando una coalición internacional invadió Irak con el pretexto de la existencia en el país de "armas de destrucción masiva", como se decía entonces. El "no a la guerra" como lema de manifestaciones masivas fue abriéndose paso para cuestionar la política internacional del Gobierno de España de entonces, dejando en evidencia que la población no respaldaba su deriva belicista. José María Aznar gobernaba con mano de hierro tras cosechar mayoría absoluta en las elecciones del año 2000 y se empeñó, como él decía, en "sacar a España del rincón de la Historia". Y lo hizo de la peor manera posible, involucrando a nuestro país en una guerra contraria al Derecho Internacional y que generó, además de la consiguiente espiral de muerte y destrucción, un clima de inestabilidad en la zona que alimentó peligrosos movimientos de terrorismo islamista.

El Partido Popular de entonces decidió ponerse de espaldas a ese clamor de la sociedad española, respaldando el afán militarista de su presidente. En esa deriva, nadie fue capaz de reconducir la actitud de Aznar y el partido en bloque respaldó esa nueva politica exterior atlantista y unilateralista, como país subordinado a los dictados e intereses de los Estados Unidos.

El resultado de todo esto fue poner a España en el punto de mira de esos movimientos terroristas, teniendo como útlima consecuencia los salvajes atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. Con ellos empezó, tristemente, otra deriva muy de actualidad: la costumbre del Partido Popular de reescribir los acontecimientos de los que no es capaz de responsabilizarse -sobran ejemplos recientes: DANA de Valencia, incendios forestales ... -. 

Hoy aceptamos que la desgraciada reacción del gobierno de Aznar a los atentados del 11M, intentando engañar masivamente a la población sobre la autoría del atentado, fue la clave de que el PSOE ganara las elecciones de 2004. Pero el relato no es completo. De acuerdo con el testimonio de José Luis Rodríguez Zapatero, los sondeos propios venían dando al PSOE un incremento sostenido en la intención de voto consecuencia del hartazgo de la población con los discursos belicistas del gobierno y la repulsa hacia quienes justificaban la guerra con argumentos sin base. Es decir, el engaño del 11M fue la gota que colmó el vaso, pero la tendencia venía de atrás, a expensas de un Partido Popular entregado al belicismo ilegal que no fue capaz de corregir el rumbo que imponía su líder.

Hoy, con el clima social que estamos viviendo en relación con el genocidio que se comete en Gaza, no puedo evitar revivir las sensaciones de entonces. Veo un Partido Popular entregado al sionismo más recalcitrante y asesino por ser incapaz de desmarcarse de su líder. Lo único que no está claro es quien ejerce ese liderazgo, si es Isabel D. Ayuso o Santiago Abascal. Tal como ocurrió hace veinte años, el incapaz Feijóo -como entonces M. Rajoy- será arrollado por este clima social que no tolera la indefendible matanza de inocentes que realiza el gobierno de Netanyahu. Estamos ante "la guerra de Feijóo".

miércoles, 23 de julio de 2025

Y TÚ MÁS

Cuando en su defensa, desde el PSOE se señalan las grandes causas por corrupción en las que ha estado o está inmerso el Partido Popular, la primera respuesta de otros partidos o de los medios de comunicación es afear que se recurra al "y tú más". Este post va precisamente de eso, de reivindicar explícitamente el "y tú más", aunque sea políticamente incorrecto.

En el PSOE ha habido casos de corrupción. Desde aquellos casos de los años 90, con Luis Roldán como ejemplo más palmario, pasando por el caso ERE en Andalucía -aquí puedes ver un buen resumen, aunque no incluye la posterior estimación de los recursos de Chaves y Griñán ante el TC- llegando, en nuestros días, al presunto caso Cerdán-Ábalos-Koldo, en el que parecen haberse pagado comisiones por adjudicaciones de obra pública. En todos los casos se repite un mismo patrón: algunos cargos nombrados desde gobiernos socialistas aprovechan su posición para enriquecerse ilícitamente o para beneficiar a otras personas con prestaciones que no les corresponden. Todos son intolerables y deben ser juzgados y, en su caso, condenados.

En el Partido Popular hay casos como los anteriores, sí, y son igual de censurables. Pero hay otros -bastantes- en los que existe un plus de gravedad. Me estoy refiriendo a casos como "Gürtel", "Kitchen" o, ahora, al "caso Montoro". En todos ellos no es que se produzca un comportamiento aislado de un sinvergüenza que se enriquece aprovechando su cargo, es que hay una trama institucionalizada con fines corruptos y delictivos. Si hablamos de Gürtel, se trata de una forma de operar generalizada en el PP desde tiempos -al menos- de Aznar para enriquecer a unos pocos y para financiar ilegalmente al partido. En el caso Kitchen, pendiente de juicio y con importantes peticiones de penas por parte de la fiscalía, es una estrategia ideada en las cloacas del Ministerio del Interior para conseguir y destruir pruebas que incriminaban al PP en la trama Gürtel. Y en el caso Montoro, conocido en los últimos días, se observa una actuación orquestada por el Ministerio de Hacienda para legislar por encargo en favor de grandes empresas energéticas previo pago a un despacho de consultoría vinculado al entonces ministro.

Los casos nombrados -que ni mucho menos son los únicos- lo que dejan ver no son hechos corruptos aislados, sino la normalización de la Administración Pública como una mera oportunidad de negocio para quienes la dirigen, poniéndola al servicio de intereses privados mientras se exigían todo tipo de sacrificios a la clase trabajadora.

La corrupción de personas a título individual -siendo intolerable- no puede compararse, ni en el volumen defraudado ni en su gravedad, con los entramados de corrupción generalizados. Por otra parte, la reacción ante los casos de unos y otros tampoco es comparable: mientras en el PP se ampara a sus corruptos, se maniobra en contra de los jueces o se destruyen pruebas, en el PSOE se actúa de manera inmediata contra sus cargos implicados. Y se hace no solo porque la dirección del partido sea exigente en cuanto a la ejemplaridad de estos cargos, sino también porque se sabe que la base electoral y la militancia repudian firmemente estos comportamientos.

Por todo ello, el "y tú más" no es en este ámbito una reacción infantil buscando eludir responsabilidades propias, sino la constatación de un hecho objetivo: ni en el carácter de la corrupción ni en la respuesta ofrecida contra ella, somos iguales. Y eso, sin quitar gravedad a los casos que nos afectan, hay que decirlo.