Con esta particular forma de escribir su nombre firmaba Gabriel Luis García Callejón sus comunicaciones con quienes tuvimos la suerte de conocerlo. Desde que supe de su fallecimiento, el pasado día 15, quise dedicarle estas modestas palabras de despedida. He repasado desde entonces los mensajes que intercambiamos y que conservo, reviviendo experiencias compartidas en los últimos años.
Fui concejal en la Corporación Municipal de Berja entre el 20 de noviembre de 2012 y el 28 de junio de 2019. Gabriel Luis fue de las pocas personas presentes en el público en la sesión plenaria de mi toma de posesión. No nos conocíamos, y fue él quien se interesó por presentarse y darme la enhorabuena por el acontecimiento antes de abandonar el salón de plenos.
Con posterioridad, nuestra relación se estrechó a raíz de lo que él llamó "Operación Carro". Nada menos que un cuidado programa de actividades para dedicar una placa a Juan Gabriel García Escobar, hermano de Manolo Escobar, en el edificio donde su familia residió durante algunos años en Berja. Todo empezó con una reunión en el Ayuntamiento, a la que Gabriel Luis convocó a los portavoces de los dos grupos políticos -PP y PSOE- representados por entonces en el Pleno. De esta forma, el entonces portavoz popular -actual alcalde- y yo mismo compartimos con él una tarde en la que nos dio a conocer la operación, que albergaba, más allá de los rodeos colaterales de dedicar una placa a su hermano y del pregón de su hija, el objetivo último y principal de recibir en Berja al mismísimo Manolo Escobar, por entonces ya con un frágil estado de salud.
De aquella Operación Carro me quedó el recuerdo del cuidado exquisito con el que Gabriel Luis lo organizó todo. Quiso que no hubiese ni un solo paso o hito del proceso en el que alguien pudiera sentirse al margen. Como portavoz de la oposición, me mantuvo puntualmente informado de cualquier movimiento, procurando -y consiguiendo- que no hubiese el menor atisbo de aprovechamiento político de los acontecimientos, más allá del lógico protagonismo de quien ostentaba el gobierno municipal. Desde la organización minuciosa de los actos hasta la contribución simbólica que los miembros de la Corporación hicimos a la colecta para la adquisición del carro perdido de Manolo Escobar, puso todo su empeño en que el resultado final de todo aquello fuese un homenaje unánime de la ciudadanía de Berja a Manolo Escobar y su familia.
Desde entonces, mantuvimos una relación de profundo respeto y aprecio mutuo. A pesar de nuestras diferencias ideológicas -que él nunca ocultó-, me sentí siempre querido por una persona entrañable que valoraba mi labor y la forma en que la desarrollaba. En ocasiones especiales, intercambiábamos llamadas o mensajes de felicitación mutuos. Recuerdo con simpatía cuando, en un viaje con una peña taurina de Roquetas de Mar, conoció en Cáceres a un guía turístico que mencionó tener amigos en Berja. Inmediatamente se interesó por la identidad de tales amigos y, nada más pisar tierra virgitana, me llamó para comunicarme ese encuentro casual.
De palabras siempre ceremoniosas, como era él, mantengo en la memoria las que intercambiamos la última vez, con ocasión de la calle que la Corporación Municipal de Berja le dedicó en junio pasado. En ellas me agradecía mi felicitación, a él y a su familia, con la enorme consideración que siempre me ofreció. Sabiéndolo creyente, yo hoy le dedico de forma póstuma este humilde homenaje deseándole, como él quisiera, el descanso eterno que merecía y mi más sentido pésame a su familia.
Descansa en paz, Gabrieluis. Espero que donde estés sientas con estas letras el último abrazo que no nos pudimos dar.