viernes, 30 de diciembre de 2016

NI SU, ¿NI SA?

El necesario congreso federal del PSOE sigue sin tener fecha, pero continúan los movimientos de unos y otros para optar al liderazgo del partido cuando tengan lugar las previsibles primarias. En este sentido, hace ya algunas semanas que viene escuchándose un cierto runrun que se conoce entre la militancia como la opción "ni Su ni Sa", esto es, ni Su(sana Díaz) ni (Pedro)Sá(nchez). Quienes respaldan esta opción ponen de manifiesto las -a su juicio- nefastas consecuencias que tendría para el PSOE un choque de trenes (sic) entre dos candidaturas totalmente antagónicas, como serían las de la Presidenta de la Junta de Andalucía y la del anterior secretario general. Dicen, con cierta razón, que Susana Díaz ha salido totalmente quemada del asalto a la dirección que concluyó en gestora. Y sobre Pedro Sánchez, también con cierta razón, que nunca segundas partes fueron buenas. Se apunta a otros posibles candidatos a la Secretaría General, siendo Patxi López el nombre más sugerido como tercera vía.

Muchos militantes hemos manifestado nuestro rechazo a la actitud de Susana Díaz como principal instigadora de los hechos que, desde primeros de octubre, tienen sumido al Partido Socialista en una situación de anormalidad. La actitud de la Comisión Gestora -que ella tutela a través de Mario Jiménez- nos parece intolerable, por cuanto se arroga competencias que en absoluto le corresponden y deja de hacer aquello que es prácticamente su único cometido: convocar y organizar un congreso federal del partido. Todo esto, a lo que habría que añadir la actitud revanchista de la gestora en la gestión del grupo socialista en el Congreso de los Diputados, ha dejado al descubierto que la forma de actuar de Susana Díaz en el PSOE parece más orientada a saciar su desmedida ambición de poder -aunque sea de puertas adentro- que a procurar la reconexión del partido con sus bases y votantes. Queda de manifiesto, además, su concepción anacrónica de lo que debe ser el funcionamiento interno del PSOE, pues parece defender -siempre a través de otras voces, usualmente ciertos barones- una regresión a los modos de los años 80 y 90 en lo que se refiere a los mecanismos de ejercicio de la democracia interna. 

Por las razones descritas -abreviando, pues habría más de naturaleza puramente ideológica-, el que suscribe no apoyará una eventual candidatura de Susana Díaz a la Secretaría General. ¿Qué hacer entonces? Como siempre, creo que es importante tener claro qué queremos que haga nuestro próximo secretario/a general antes que entrar en debates nominalistas. Pero ojo, no me refiero, como parece defender la Comisión Gestora, a la supuesta necesidad de una conferencia política para el rearme ideológico del partido. En mi opinión, tal cosa no es más que una maniobra dilatoria para retrasar la necesaria convocatoria del congreso, pues el armazón ideológico fue puesto al día -a mi entender con éxito- en la conferencia de 2013 y plasmado en los programas electorales de 2015. Es decir, no hay un problema acerca de qué defiende el PSOE para España sino, sobre todo, un problema acerca de qué defiende el PSOE para sí mismo. En mi opinión, el Partido Socialista debe asumir algunos cambios en su funcionamiento interno:
  • El PSOE debe posicionarse claramente en la izquierda política. Debemos ser, como alguien ha dicho, una izquierda que sea capaz de atraer al centro, en lugar de un centro que haga guiños a la izquierda. Si se repasa la historia del partido en el período democrático puede constatarse que su trayectoria acredita un carácter claramente moderado -en muchas épocas, excesivamente centrista y liberal- y que, contra el discurso de la vieja guardia del partido, sus mejores resultados electorales se han dado cuando se ha apostado por políticas más identificadas con la izquierda.
  • Debemos entender que el escenario político en el que vivimos ya no es el del bipartidismo reinante hasta las elecciones de diciembre de 2015. Ello implica asumir que el campo electoral de la izquierda ya no es monopolio del PSOE, sino que es un espacio compartido con otras fuerzas políticas, principalmente Podemos. Sin obviar las dificultades para el entendimiento con la formación morada, nuestro partido debe abrirse a debatir y acordar con ésta líneas políticas comunes y, llegado el caso, pactos de gobierno.
  • En las victorias electorales del PSOE han sido siempre claves dos territorios: Andalucía y Cataluña. Sin entrar ahora en las razones de la merma de apoyo electoral en Andalucía -que merecen una reflexión aparte-, parece evidente que el discurso neocentralista -en algunos casos con rasgos puramente anticatalanistas- que han adoptado determinados barones -y baronesa- no es el más indicado para optar al liderazgo electoral en Cataluña o Euskadi. No se trata de convertirse al nacionalismo, sino de seguir jugando el papel intermedio entre nacionalistas y no nacionalistas. Para ello hay que volver a reconocerse en la pluralidad nacional existente en España. No es nada nuevo, ha formado parte de la identidad política del PSOE -y del PSC- desde la transición y no debería ocasionarnos ningún complejo.
  • Las personas de izquierdas somos críticas por naturaleza. Es decir, aceptamos con mucha dificultad -si es que lo hacemos- pertenecer a un colectivo en el que se decide por nosotros y se nos hurta la posibilidad de manifestar nuestro criterio sobre las grandes decisiones a adoptar. Si hablamos, además, de personas jóvenes -de menos de 35 años, poniendo por caso-, es inconcebible que se sientan atraídas por un partido que tiene este tipo de funcionamiento interno. Cualquiera que asista a una asamblea del PSOE puede comprobar la -prácticamente- total ausencia de militantes en esa franja de edad. No se trata de convertir al PSOE en un partido asambleario, sino de equilibrar nuestra tradicional democracia representativa con mecanismos de participación de la militancia que le otorguen a ésta la capacidad de decisión que debe corresponderle.
  • El PSOE debe transitar hacia mecanismos de elección de sus órganos de dirección que eviten la enfermiza endogamia que padecemos. No es aceptable en la actualidad que los órganos de dirección del partido estén copados por cargos públicos que, en demasiadas ocasiones, anteponen su apego al poder a la lealtad a los principios ideológicos que se supone que defienden.
¿Existe un candidato o candidata a la Secretaría General que defienda estas tesis? Todavía no sabemos quiénes serán esos candidatos, pero está claro que las posiciones políticas de Susana Díaz están en las antípodas de lo expuesto. ¿Será Pedro Sánchez, si finalmente opta a la Secretaría General, defensor de estos postulados? A juzgar por sus últimas intervenciones públicas, se diría que sí. Pero me resulta imposible dejar de recordar que su trayectoria en este sentido ha sido más bien errática y que está trufada de evidentes contradicciones. 

El dilema en el que nos encontramos militantes como yo se deriva de lo anterior. Quizá la única persona capaz de competir con Susana Díaz con posibilidades de éxito es Pedro Sánchez. El colectivo de militantes enfrentados a la actual gestión del partido -unidos en plataformas en demanda de congreso y primarias- tenemos la necesidad de aunar fuerzas para armar desde la base una candidatura que esté en condiciones de disputar el liderazgo del partido. Y la cuestión entonces es que, probablemente, esa candidatura tenga que estar encabezada por Pedro Sánchez -no parece que haya ningún otro militante que pueda concitar apoyo semejante-. 

En definitiva esa eventual candidatura, si finalmente está encabezada por Pedro Sánchez debe ser, a mi entender, una candidatura coral. Una candidatura en la que se presente a la militancia un equipo solvente y comprometido con las tesis expuestas más arriba, con compañeros y compañeras de acreditada capacidad y convicciones. Una candidatura, al fin, que aune el tirón electoral entre la militancia y simpatizantes de Pedro Sánchez -acreditado en diferentes sondeos de opinión- y la labor de contrapesos que puedan ejercer otras personas para, entre todos, conformar una dirección a la altura de las circunstancias actuales. Ese nuevo liderazgo coral, que huya de una vez de personalismos y excesivas acumulaciones de poder interno, debe poner más acento en lo colectivo. Para empezar, debería convertirse en norma -a ser posible escrita- la separación de poderes en el seno del PSOE, esto es, la elección de personas diferentes para la Secretaría General y para la candidatura a la Presidencia del Gobierno. Si finalmente se presenta una candidatura así, podrá contar con mi apoyo decidido.