lunes, 15 de febrero de 2010

LA CRISIS (I). LOS ORÍGENES.

Mi tiempo para escribir se está volviendo escaso, muy escaso. Hace tiempo que me apetece exponer algunas reflexiones personales sobre la crisis económica, pero no encuentro el momento. En este conjunto de reflexiones, me gustaría empezar por hablar de los orígenes de la crisis.

Para que nadie se lleve a engaño, adelanto que mi análisis del origen de la crisis económica exculpa de ella, en buena parte, al gobierno socialista. Supongo que no sorprendo a nadie con esto. La autocrítica es saludable, y también la haré, pero a cada cuál lo suyo.

La última fase de crecimiento económico vivida por España se inició allá por 1994 y ha durado, ininterrumpidamente, hasta 2008. No es cierto que Aznar fuese el salvador de la economía española, que después de la crisis de 1992-1993 volvió a crecer todavía en época de los gobiernos de Felipe González. Durante estos catorce años de crecimiento económico, España ha acercado posiciones notablemente, en lo que a PIB per cápita se refiere, con los países más importantes de la Unión Europea.

¿En qué se ha basado esta larga etapa de crecimiento? Como todos sabemos, en la construcción. Sobre todo a partir de 1998, con la Ley de Suelo del Partido Popular. Esta ley partía del supuesto típico neoliberal: cuando se liberaliza un sector económico, los precios bajan. La excusa era, pues, que liberalizando el suelo, el precio de éste se abarataría y, con él, el de la vivienda. Como todo el mundo sabe, esto es exactamente lo contrario de lo que pasó. La fiebre especuladora que se apoderó del país, espoleada por los bajos tipos de interés que acompañaron la implantación del Euro, dio lugar a una burbuja inmobiliaria sin precedentes, construyéndose millones de viviendas cada año. Los precios, lamentablemente, no siguieron la senda que auguró el gobierno de la derecha, sino la contraria, alcanzándose niveles escandalosos.

El Partido Socialista llegó al gobierno con la burbuja inmobiliaria en plena ebullición y los precios de la vivienda por las nubes. Ya desde la oposición, se había cuestionado el modelo de crecimiento basado en la especulación del ladrillo. Para frenar la espiral de precios y poner las bases de un nuevo modelo económico se adoptaron algunas medidas:
  • Potenciación del mercado de alquiler frente a la compra de vivienda. Se creó el Ministerio de Vivienda y la Sociedad Pública de Alquiler, buscando ofrecer alternativas a la vivienda en propiedad a costes asumibles por economías modestas. Hay que reconocer que los resultados no han cumplido las expectativas.
  • Aumento sustancial de la oferta de viviendas de protección oficial. Durante los años de gobierno del PP dicha oferta se había reducido considerablemente, con lo que los especuladores de la construcción carecían de una competencia seria en lo que a precios se refiere.
  • Incremento de la inversión pública en I+D. A día de hoy, en los casi seis años de gobierno socialista, la inversión pública en I+D se ha multiplicado casi por 3. Con ello se buscaba un nuevo modelo económico basado en el conocimiento y el desarrollo de empresas de base tecnológica.
Evidentemente, todas estas políticas no han producido un efecto suficiente, que nos hubiese evitado entrar en una crisis como la que padecemos. Seguramente, las políticas encaminadas a implantar un nuevo modelo de desarrollo debieron ser más agresivas para que hubiesen dado resultado en menos tiempo.

¿Entonces el gobierno es el responsable de la crisis? No, y me explico. No lo es porque, desde el principio, impulsó políticas encaminadas al cambio de modelo económico, anticipándose a la caida del sector de la construcción. No lo es porque, hasta 2008, el sector de la construcción iba desacelerándose progresivamente, dando paso a otros sectores productivos que tomaban el relevo en la economía del país. Y no lo es porque este relevo se habría hecho posible sin traumas de no haber sido por la crisis financiera internacional de finales de 2008, que vino a estrangular completamente el crédito que mantenía vivo al sector inmobiliario en su aterrizaja suave.

Resumiendo, en mi opinión, el gobierno se anticipó a los problemas y puso en marcha políticas adecuadas. El problema es que el ritmo de esas políticas iba acompasado a la desaceleración del sector nacional de la construcción, no contaba -nadie en el mundo lo hizo- con la catástrofe financiera que se avecinaba en EEUU, que se llevó por delante a verdaderas moles bancarias y que contagió de pánico a la banca mundial. Con esto se acabó el crédito, el sector de la construcción se precipitó al vacío, y hasta hoy.

4 comentarios:

  1. Tengo claro una cosa, si el gobierno actual no es culpable de la crisis, tampoco creo que se sea capaz de sacarnos de ella. Cuando salgamos, si lo hacemos será por nuestros propios méritos, los de la gente que apueste por sacar la cabeza y seguir adelante... No hay mal que cien años dure...

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  2. Tienes toda la razón, pero la política economica del gobierno esta siendo como la de cualquier gobierno de derechas, subir los impuestos a los asalariados y consumidores y ayudar a los ricos (bancos y sus sociedades inmobiliarias...)
    Por cierto Victor, te echo de menos. Besos. Clara

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  3. Evidentemente, una cosa está clara. No son los gobiernos los que crean empleo, sino las empresas y la sociedad en general. Lo que cabe esperar del gobierno es que cree condiciones favorables para la recuperación y que aguante la presión para no cargar más aun a los trabajadores y trabajadoras con las consecuencias de una crisis que no han provocado ni remotamente. Saludos Elness.

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  4. Entiendo que estamos de acuerdo en el diagnóstico del orígen de la crisis Clara. Yo puedo aceptar que el gobierno podría ser -al menos teóricamente- más de izquierdas, pero no que haya reaccionado como cualquier gobierno de derechas. Ni mucho menos. Y deberíamos tener memoria para acordarnos de lo que han hecho ante situaciones mucho menos complicadas otros gobiernos del pasado: recortes de derechos laborales y de gasto público. Por mucho menos se han congelado los sueldos a los funcionarios, se han introducido medidas laborales que precarizaban el empleo o se han restrigido otros derechos sociales. Ahora, en una situación límite, no sólo se ha evitado empeorar las condiciones laborales, sino que se han introducido nuevas prestaciones para parados que no han existido nunca y que habrían sido impensables con gobiernos de otro signo. Saludos Clarita.

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