miércoles, 13 de julio de 2016

LA ORGÍA DEL NO

Seis meses largos después, estamos en las mismas. El PSOE solo tiene tres opciones: permitir la investidura de un gobierno del PP con su abstención, intentar formar gobierno junto a otras fuerzas de izquierda y nacionalistas o forzar nuevas elecciones. En la noche electoral del 26-J, con la evidencia de que solo el PP ha sido premiado tras el semestre de bloqueo que siguió a las elecciones de diciembre, cobró fuerza entre algunos barones o barones eméritos del PSOE la posibilidad de que el Grupo Socialista permitiese con su abstención el gobierno de la derecha. Los defensores de esta postura hacen ver que es la única forma -descartados pactos de izquierda, que si en diciembre no les gustaban, ahora les horrorizan- de evitar nuevas elecciones. Ante la alarma que esto suscita entre buena parte de la militancia y votantes socialistas, surgió de nuevo, como posición oficial del PSOE, la de no permitir la investidura de Rajoy ni por activa ni por pasiva. Hasta ahí todo coherente. 

Donde empieza a echarse en falta la coherencia es cuando se introduce en la ecuación el tercer NO, esto es, después de NO a Rajoy y NO a gobierno de izquierdas, NO a nuevas elecciones. Quienes, desde los cuadros dirigentes del partido -empezando por Pedro Sánchez, que ya lo hizo en campaña- se han asentado en este planteamiento están engañando a la gente. Cualquiera con dos dedos de frente sabe que este problema es irresoluble y que uno de los tres noes terminará cayendo. ¿Cuál será? Por lo que se lee por ahí, parece que será el primer NO; esto es, en última instancia, el PSOE buscará una fórmula para permitir la investidura de Rajoy con una abstención suficiente. 

El militante que escribe, poco sospechoso de apoyar componendas con la derecha -sea la de Rajoy o la nueva de Rivera no lo tiene claro. Ante la evidencia de una cierta legitimación del PP con los resultados electorales, la pérdida de apoyo de las izquierdas y la dificultad que supone articular un pacto de gobierno con Unidos Podemos ahora que se parte de una posición de mayor debilidad parlamentaria, no tengo nada claro cuál es la mejor opción -o por mejor decir, la menos mala- para el PSOE. Todo ello partiendo de que la convocatoria de nuevas elecciones sería poco admisible desde el punto de vista de la normalidad democrática y arriesgada desde el punto de vista de la táctica partidista. Siendo esto así, y que me perdonen quienes opinan lo contrario -entre ellos voces tan respetadas para mí como mi compañero José Antonio Pérez Tapias-, no me parece descartable una abstención pactada con severas condiciones.

Mientras dilucidamos sobre la mejor alternativa, ¿qué está ocurriendo en el PSOE? Pues se está llevando a la militancia a una especie de "orgía del NO" en la que se difunden mensajes insistentes en que por nada del mundo permitirán los socialistas un gobierno del PP. En el contexto de las redes sociales, donde el debate político es intenso, veo todos los días pronunciamientos rotundos de compañer@s que se apuntan a esta corriente en la que se hace gala de ese NO bravucón y altanero, como si aderezar la negativa con desprecios la hiciese más enérgica o más firme. Lamento que, por lo que se va leyendo por ahí, muchos de est@s compañer@s pueden quedarse finalmente "colgados de la brocha" cuando su partido les sorprenda con que hay que abstenerse "por el interés de España". Y esperaría que la misma energía que han empleado aireando ese NO alentado -aun- por la dirección del PSOE la empleasen para criticar y poner en su sitio a unos cuadros dirigentes que, una vez más, les humillan y les tratan como simples comparsas cuyos derechos van poco más allá de sostener al partido con sus cuotas.

Si nos tomamos esto en serio y descartamos la convocatoria de nuevas elecciones, las opciones se limitan mucho. Entiendo a los partidarios del NO si esa negativa va acompañada de una alternativa de gobierno, es decir, si estamos dispuestos a intentar conformar una mayoría nucleada en torno a un pacto firme y de coalición entre PSOE y Unidos Podemos y apoyada por partidos nacionalistas -esos con los que Rajoy ahora sí está dispuesto a hablar, luego basta ya de complejos-. Solo tiene sentido el NO si se acompaña de alternativa. Lo contrario es el NO por el NO, que solo llevará -contra lo que se dice- a una nueva e incierta convocatoria electoral o a una abstención vergonzante en el último momento, con lo que la orgía del NO dejará una resaca difícil de sobrellevar y que durará bastante tiempo.

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