sábado, 10 de enero de 2015

¿SOMOS ANDALUCES LOS ALMERIENSES? (II)

Con la entrada anterior creo que queda aclarado que Almería -la actual provincia de Almería- siempre ha estado vinculada al territorio de lo que hoy es la Comunidad Autónoma de Andalucía. Probablemente, nadie se molestaba en cuestionarse este hecho hasta la transición democrática de los años setenta del siglo pasado. Cuando se plantea que la región andaluza pase a tener personalidad jurídico-política propia y acceda al autogobierno con base en la Constitución de 1978, empieza a haber movimientos autonomistas y antiautonomistas en la comunidad que llegan hasta hoy. Y también quienes no quieren ver a Almería como parte de una entidad política -la comunidad autónoma- con capital en Sevilla. Se trata, por tanto, más de animadversión al hecho político que a la pertenencia geográfica. Todavía hoy, para justificar esa desafección por Andalucía -la Comunidad Autónoma- se esgrime que los almerienses fueron los únicos que, en 1980, se negaron a formar parte de ella y no se respetó su voluntad. Una argumentación rebosante de medias verdades y alguna mentira, como trataré de explicar.

La Constitución de 1978 establecía dos vías de acceso a la autonomía de las regiones y nacionalidades -como se decía entonces-: las reguladas en los artículos 143 -más restrictiva, que ni siquiera contemplaba la existencia de poder legislativo autonómico- y 151. Éste último artículo se incluyó en la constitución para dar salida a las demandas de autogobierno de las llamadas comunidades "históricas", pensando en Cataluña, País Vasco y Galicia. El propósito del gobierno de UCD de entonces era encauzar el proceso autonómico general a través del 143, excepto para las tres comunidades mencionadas. Pero en Andalucía surgió un fuerte movimiento autonomista que reinvindicaba autogobierno al máximo nivel y se impulsó una iniciativa para acogerse a la vía autonómica del 151.

El acceso a la autonomía "de vía rápida" suponía estrictos requisitos. En primer lugar, que la iniciativa fuese acordada por todas las diputaciones provinciales afectadas y por las tres cuartas partes de los municipios de cada una de las provincias, debiendo representar éstos la mayoría del censo electoral de cada provincia. En Almería, el 96,03% de los municipios se sumó a la iniciativa, lo que desmiente que los almerienses no estuviesen a favor de este proceso.

El siguiente paso consistía en que dicha iniciativa debía ser "ratificada mediante referéndum por el voto afirmativo de la mayoría absoluta de los electores de cada provincia en los términos que establezca una ley orgánica". Ojo, se requería mayoría absoluta de los electores -no de los votantes, como es habitual- y en cada una de las provincias, no globalmente. Por ejemplo, si una circunscripción cuenta con 10 electores, acuden a votar 6 y votan a favor 5 -83% de votos favorables del total de votos emitidos- el referendum no se daría por ratificado, puesto que el número de votos favorables (5) no alcanza la mayoría absoluta de los electores.

Las condiciones para la ratificación de la iniciativa en referendum eran, como se ha visto, enormemente restrictivas. El gobierno de UCD puso muchísimas trabas de todo tipo, imponiendo una campaña informativa más breve que la que había permitido en Cataluña o el País Vasco y planteando para el referendum una pregunta ininteligible. Además, UCD promovió la abstención con el eslogan "andaluz, éste no es tu referendum". 



A pesar de todo, los resultados fueron altamente favorables al proceso autonómico iniciado. Los votos favorables superaron el 50% de los electores totales en todas las provincias, excepto en Almería. ¿Qué ocurrió aquí? ¿Votaron los almerienses en contra de la iniciativa autonómica? No. En Almería votó a favor nada menos que el 82,5% de los votantes -aunque es cierto que la participación fue relativamente baja, del 51% aproximadamente-. Por tanto, con los datos en la mano, no cabe afirmar que los almerienses no estuviesen a favor del proceso autonómico. Se puede cuestionar el arreglo jurídico que se le dio a la situación creada a raíz del referendum, pero no la voluntad de apoyar el proceso.

Desde entonces han pasado muchas cosas. No deja de ser cierto que, abusando de los tópicos, se suele identificar al andaluz -con su habla, sus costumbres y su estética- con el sevillano, y que la televisión autonómica no ha ayudado mucho -hay que decirlo- a deshacer esta identificación indeseada por muchos. También existe -con algunos motivos claros y otros no tanto- la sensación de agravio a Almería por la gestión realizada por los distintos gobiernos autonómicos.

El sentimiento de estar sometidos a un nuevo centralismo sevillano que sustituyó al de Madrid es algo común y, a tenor de algunos ejemplos, justificado. Pero no es mayor que el que se tiene en Salamanca con respecto a Valladolid o en Alicante con respecto a Valencia. Y me atrevo a pronosticar que no sería mayor que el que se tendría hacia Granada si hubiese sido capital de una hipotética comunidad de Andalucía Oriental. Estos sentimientos son tan desagradables como inevitables.

Existe también un argumento frecuente que viene a decir que los almerienses no somos andaluces porque "un almeriense no tiene nada que ver con, por ejemplo, un gaditano". No se pueden negar las diferencias entre andaluces que viven a muchos kilómetros de distancia, pero el argumento no resiste un análisis serio. Siguiendo el mismo razonamiento podríamos concluir que los gaditanos no son andaluces porque no se parecen a los almerienses -¿por qué aceptamos nosotros mismos que el andaluz modelo es el occidental?- o que los almerienses no somos españoles porque no se parece en nada un almeriense a un ciudadano de Soria.

4 comentarios:

  1. Me encantan el razonamiento, el estilo, el contenido, la documentación. Yo mismo soy un murciano que se siente almeriense y andaluz aunque reconozco que en Almería hay más similitudes con los primeros que con, por ejemplo, los sevillanos; pero eso es lo que pasa en las zonas fronterizas. También es eso lo que las hace más ricas por su diversidad.

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    1. Gracias Domingo, por tus amables palabras, como siempre. Sigo esperando correcciones de estilo, ya sabes.

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  2. Qué alegría me produce leerte. Y más siendo algo tan interesante. Aunque conocía algo sobre el tema, has rascado la superficie y has encontrado cosas que desconocía. Gracias.

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    1. Gracias Carre. Es un tema muy recurrente, que sale en muchas conversaciones coloquiales y que se presta mucho a la argumentación de brocha gorda. Y las cosas hay que verlas en sus justos términos, con todos los grises. Con independencia de que, hecho esto, cada cuál adopte la postura que mejor le parezca sobre el asunto. Todas son respetables si se hacen, a su vez, desde el respeto.

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